Anoche viniste a verme
Anoche viniste de nuevo a verme. Esta vez me encontraste de pie, mirando a través de mi ventana. Era tarde, no podía dormir. No me había dado cuenta de tu presencia. Te acercaste y te quedaste junto a mí admirando el brillo de la luna llena, estaba muy hermosa y en cierta manera me daba tranquilidad. Me giré y me asusté un poco al verte, no te esperaba, me sonreíste, me abrazaste y te diste cuenta de lo rápido que late mi corazón cuando te tengo tan cerca. Pasaste tu mano por mi cabello y conseguiste que me relajara un poco. Noté que habías tenido un día largo, te tomé de la mano y nos sentamos en la cama a conversar. Ambos estábamos cansados, y a ambos nos costaba quedarnos dormidos. Te pregunté cómo estabas, y me respondiste con la mentira que algunas veces es verdad: "estoy bien". No quisiste entrar en detalles, pero me contaste que el trabajo sigue igual de pesado y yo solo te dejé hablar sin interrumpirte, me conformaba con escucharte. Hace tiempo que nuestras conversa